Prólogo
Guido miró a su alrededor, y descubrió con pavor que ninguno de sus compañeros había salido ileso ante la explosión. Aquella bestia era mucho mas que un fogueado luchador, y el ataque arrojado por ella distaba mucho de ser una simple amenaza.
El niño sentía que su cabeza daba vueltas, y le costaba mucho trabajo mantener los ojos abiertos, ya que un denso humo de color amarronado parecía reinar en el lugar. Con su mano izquierda tocó su nariz, y pudo comprobar que de la misma salía sangre. Estaba asustado, pero no podía rendirse, ya que lo que pudiese hacer a favor de detener a la criatura conformaría quizás la única esperanza de victoria posible. Al fin y al cabo ¿Para que había luchado tanto si iba a tener que rendirse? No, ni pensarlo. Había que seguir, a cualquier precio. De ser necesario, debería incluso arriesgar su vida, obedeciendo a todo lo que hubiese sido escrito en el libro del destino.
El Alfil aun no había sido utilizado por Vatel, y eso le daba esperanzas, pero aunque su espíritu quería levantarse y seguir peleando, su cuerpo no se lo permitía. ¿Tendría algún hueso roto? No había sufrido de ninguna fractura anteriormente, por lo que tampoco sabía como identificar sus síntomas, o interpretar aquel inmenso dolor que paralizaba su brazo izquierdo. Sus anteojos yacían rotos en el piso, y resultaba incomprensible el hecho de que los mismos hubiesen logrado llegar sanos y salvos hasta ese encuentro, pero eso poco importaba: su enemigo era por demás gigantesco y podía distinguirlo claramente sin ellos. Sintió que su corazón se iluminaba cuando vio a uno de sus amigos ponerse de pie, pero sin gafas y entre la niebla no pudo distinguir de quien se trataba.
Salvar la vida de cualquiera era una tarea demasiado grande como para dejarla en sus manos, pero ya no había tiempo para nuevos planes. Apoyándose contra una pared, Guido comenzó a caminar hacia la bestia, cuando un estallido en la parte superior de la majestuosa Catedral hizo que la fantástica cúpula superior se derrumbase, en la forma de un millón de pequeños trozos de cristal.
2 Comments:
Disculpa que solo se me ocurra como comentario una critica, pero no lo puedo evitar. Bah, son un par:
"el ataque arrojado por ella" creo que quedaria mucho mejor como "el ataque que nos echo encima" o algo asi. Suena mejor y creo que tiene algo que ver con lo de la formas pasiva y activa, aunque no estoy seguro porque cero en gramatica.
"el hecho de que los mismos hubiesen logrado llegar", es demasiado largo y redundante, cuando podrias reemplazarlo con un simple "que hubiesen llegado".
No te enojes, va con buena intencion. Recien empiezo con tu historia pero creo que me va a gustar.
Y no me tengas mucho en cuenta, no se nada de escribir. Pero se mucho de leer, y no hay nada peor para el destino de una escritura que el que sea incomoda.
Avisame si te jode este tipo de comentarios, despues de todo es tu historia y cada cual la cuenta como mejor le parece.
como es obvio, la primera intromision no es valida, creo que lo estaba leyendo en primera persona, vaya a saber por que.
Aun asi me parece que "que nos habia arrojado" funciona mejor que "arrojado por ella"
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